Diario ilustrado- Hobonichi II

Hace unos meses les escribí hablándoles del método Hobonichi. Esa técnica japonesa para decorar agendas, que las convertía más que en un recordatorio de citas, en una especie de diario creativo lleno de dibujos, pegatinas y color.

Me hallaba yo buceando entre diarios y agendas, cuando topeté con Anna Denise Floor. Estaba embarazada. Como yo. Escribía todo lo que le iba pasando durante las 40 semanas de embarazo. Más o menos como iba haciendo yo. Y encima a través de ilustraciones. ¡Cómo quería hacer yo! Me pareció brillante y empecé a llenar también páginas en mi agenda que hablaban de momentos importantes de la preñez. Ella me inspiraba a hacerlo. Tanto me empapé de sus historias y su experiencia, que era como si ella fuese vaticinando la mía. Las dos hemos tenido un varón. Y hasta la cesárea nos ha unido. Sigue leyendo

Madre primeriza, mis cambios

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Ayer fue el día de la madre y me dio por pensar que en esto de ser madres se nos educa pronto, mal y poco. Nos arrean de pequeñas el nenuco y a hacer prácticas. Sí. Pero de mentiras. Ese nenuco, nancy o barriguita no se le parece a ningún niño real que yo conozca. Seguro que recordarán aquella mítica frase de «los animales nacen, crecen, se reproducen y mueren», que rezábamos antes del examen de «naturales». Y el hombre es un animal.

Naces y te tiran así al mundo. Desnudo. Sin poder hablar ni comunicarte. Bueno, te dejan una cuerda vocal conectada para que puedas reproducir un llanto. Llanto, que poco a poco vas perfeccionando para darle un tono al hambre, otro al sueño y uno más para el pañal sucio. Necesidades vitales.

Creces, dándote tortazos por todas partes. Experiencia de vida, le llaman. Para cuando te quieres espabilar te ves matriculándote en la Universidad de Sinsinati.

Te reproduces, con suerte. Porque señores, aquí a una le ha costado lo suyo. Toda la vida pensando en la menstrualidad y en que como me descuidase un poco y tuviese una noche ligerita de cascos me iba a ver con un bombo como el de la Lotería Nacional y nada más lejos de la realidad.

Y mueres. No se puede evitar. Sigue leyendo